TRES VALIOSOS REGALOS
Por Pedro Juan Vargas Mercado
Tres
valiosos regalos han llegado a mis manos como si sus remitentes se hubiesen puesto de
acuerdo para proporcionarme un portal de matices gloriosos para iniciar mi existencia en
los misterios y sortilegios de este nuevo siglo que hemos comenzado a vivir los hijos de
Dios.
Son
tres regalos de amorosa vigencia y que en cualquier momento, en el devenir de mis días,
me hablarán en el mismo lenguaje cordial y ameno con que me hablaron cuando llegaron a
mis manos.
Se
trata de tres obras literarias. La primera, el libro La muerte de un gigante,
escrito por la culta profesora María Esther Ramos, de Ensenada. Un amplio relato
histórico de las vivencias de esta comunidad desde el inmediato pasado hasta la
inauguración de la central Guánica en el 1903. La evolución de ese complejo azucarero
que se convirtió en el más poderoso de Puerto Rico y hacia el que se imantó uno de los
más intensos éxodos internos de nuestro país y que ha sido enfocado, aunque no con la
profundidad debida, por nuestros sociólogos. En las páginas de este ilustrativo volumen
desfilan las familias que a lo largo de los años crearon una demografía ensenadeña y
que ha adquirido personalidad propia, dando a Ensenada todas las características de una
municipalidad con el natural orgullo que nace de la individualidad.
Todo
ensenadeño, resida o no en el limitado entorno, que tantos valores profesionales,
artísticos, literarios, deportivos, laborales, etc., ha dado a Puerto Rico, debe de
adquirir esta obra de la profesora Ramos como una prueba de gratitud a esta digna
representante de nuestro magisterio, y para que las futuras generaciones conserven la
mejor referencia histórica de una comunidad, que si bien tuvo que presenciar la dolorosa
muerte del gigante, que por espacio de ochenta años dio vida, progreso y bienestar a
tantas generaciones de seres humanos, ha sabido tener la presencia de ánimo de resistir
el fatídico golpe y redoblar esfuerzos y entusiasmos para sobrevivir y superar las
complacencias que Ensenada disfrutó, cuando la chimenea humeaba y el aroma de la melaza
impregnaba todos sus ámbitos concéntricos.
El
segundo regalo me llegó por vía postal. Me lo envió uno de los yaucanos de más
prestigio intelectual y profesional de la contemporaneidad: el estimado amigo Ramón
García Santiago, un distinguido fruto de esa fecunda Cantera de Yauco, que tantos hijos e
hijas ilustres ha dado a Puerto Rico. Además de sus obras literarias en que palpita la
poética sensibilidad de un ser humano que ha sabido capear ventiscas, ráfagas y las
fuerzas huracanadas de una existencia llena de apremiantes situaciones, de esas que
doblegan la resistencia de muchos espíritus, supo recuperarse de cada caída hasta
alcanzar las metas intelectuales y profesionales soñadas, llegando a ejercer funciones
ejecutivas en el gobierno de Puerto Rico a entera satisfacción de sus superiores y
conquistando la imperecedera gratitud de todos sus compatriotas, sin diferencias de
banderías ni de credos.
Este
regalo consiste en el libro Estampas del Corazón, en que con su pluma maestra
el amigo Moncho narra episodios (¡y qué episodios!) de su vida que transcurre distintas
latitudes pero siempre en ambiente familiar, aledaño a su corazón. Con especial
dedicatoria, me lo envía desde los dominios del Gigante de Carolina en donde fijó su
hogar Santuario que comparte con su esposa la señora Raquel Bermúdez Alvarado. Y está
dedicado el libro con profundo cariño y sincera gratitud a sus padres fallecidos, don
Ramón García Morales y doña Monserrate Santiago Echevarría, a quienes tuve el
privilegio de conocer cuando yo vivía en el legendario Pueblo del Café.
Si
Dios me lo permite, amén de los muchos compromisos que tengo a pesar de haber salido del
servicio público, le escribiré al amigo Moncho para, además de expresarle mi gratitud
personal por tan valioso presente, señalarle algunos curiosos paralelismos entre varios
relatos suyos y vivencias personales mías.
El
tercer regalo y no por nombrarlo en último lugar, es por haber establecido una
injusta gradación, sino porque, para mencionarlos, humanamente tiene que haber un orden
de presentación, aunque para mí los tres son de primerísima importancia, - es un calendario para este año dos mil que
empezamos a disfrutar el pasado primero de enero.
Me
lo envió con su gentil esposa, Sra. Irsa Vivas, el querido amigo Dr. Lucas Ríos Santoni,
dueño de la Farmacia Guaniqueña, localizada en la calle 65 de Infantería esquina San
Miguel, frente a nuestro parque de bombas. No, no es un simple calendario que perdería su
vigencia el último día del último mes del año en curso. Por aquello de que una
fotografía dice más que mil palabras, o, por lo menos, tanto como mil palabras, ese
calendario seguirá hablando a mi corazón como me seguirán hablando los libros de la
profesora Ramos y del ex Presidente de la Junta de Planificación, Lcdo. García Santiago.
La
presentación tipográfica y fotográfica de este calendario, impreso en papel satinado,
para mí, aunque separado de mi oficio tipográfico, es excelente. El Dr. Ríos tuvo un
buen sentido de perennidad al escoger unas fotos enaltecedoras de la prolífica naturaleza
guaniqueña así como de la intervención de la mano del hombre al crearnos estructuras
perennes como el Fuerte Caprón, el Convento de las Hermanas de Fátima, el Puente de
Hamaca, nuestra Plaza Jiménez, y la mejor fotografía que hemos visto de Guánica tomada
desde el Fuerte. Se destacan también los cuerpos de agua que dan sentido indígena a
Guánica, vista desde nuestro famoso Bosque Seco. Un magnífico trabajo con una gran
cámara que debemos al experto fotógrafo José L. Quiñones. Y no-conforme con esas
motivaciones, añade el Dr. Ríos varios ingredientes para mejor conservar su regalo de
amor guaniqueño: en el último lugar nos ofrece en sus colores originales la bandera y el
escudo con sus respectivas descripciones más el Himno Oficial de Guánica, cuya letra y
música debemos al admirado compueblano y amigo José Luis (Cheliquín) Padilla.
Profesora
Ramos, maestro de las letras yaucanas, Ramón García Santiago y Dr. Lucas Ríos Santoni,
una sola frase para sintetizar y expresar mi estado de ánimo guaniqueñista: ¡Muchas
gracias, y que Dios les bendiga!
(El autor es periodista, tipógrafo
retirado, poeta e historiador guaniqueño)
[Directorio de Noticias]
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